El señor de las especias (Varios autores)

Son doce las historias que se suceden en estas páginas, en perfecto equilibrio con las distintas y ricas naturalezas creativas de sus autoras y autores. Sus ilusiones, sus desengaños, sus dudas existenciales, sus rebeliones y sus esperanzas ya no son solo de ellos, ahora también les pertenecen a ustedes. Esperamos que disfruten de la lectura y que saboreen las aventuras en las que les invitamos a participar.

El señor de las especias y El águila y el guardián: Ángela Blenda

Adiós, Antoine, adiós y Mañana: Lola Fernández de Sevilla

Sananamay. El aliento de la vida y El huerto de las palabras: Cristina María Menéndez Maldonado

El tatuaje y Los nadie: J. Álvaro Gómez

Carnet autobiographique y Mamá, mamá: Félix Gómez-Urda

Chica española y Overbooking: Antonio Sánchez R.

Lecturas recomendadas: «El señor de las especias». Narrativa Ficción. Eirene Editorial.

La poesía crítica es necesaria (Raúl Castañeda).

El poema como artefacto eficiente. Raúl Castañeda.

La poesía es un lugar no solo de entretenimiento y expresión emocional. Todas las artes han tenido siempre una pulsión entre autores que han volcado sus inquietudes políticas y sociales en sus obras frente a poderes económicos que han apoyado sistemáticamente a aquellos que incomodan menos al lector y a los intereses de las grandes compañías. La poesía crítica no creo que esté necesariamente en contra de la poesía que no lo es sino del monopolio de la poesía como producto comercial y de entretenimiento que fomenta el sistema. La poesía no está hecha para ganar dinero, aunque deban vivir con dignidad los escritores, y hay que recordar a los poderosos que no de todo se puede hacer negocio, que saquen sus manos del alimento del pueblo. En literatura las grandes distribuidoras apoyan sistemáticamente un tipo de poesía superficial,  poco elaborada, con escasas capas de lectura y centradas , al igual que ocurre en la música mainstream, en temáticas superficiales (como el amor romántico) que empuja a realizar lecturas  rápidas y por tanto un consumo acelerado del artefacto cultural -el libro- a costa de que la cultura del pueblo se adolezca porque acostumbra a este a mensajes más simples y poemas más cortos, reduciendo así el esfuerzo cognitivo del lector y limitando el desarrollo de sus capacidades intelectuales y/o emocionales. Por tanto, la poesía crítica como movimiento de contrapoder permite no solo construir una cultura que ralentice los tiempos y se pregunte el por qué de las cosas sino que alimente , en lugar de anestesiar, el sustrato nutritivo de los cerebros. Y es que este tipo de poesía ha servido siempre, aunque no haya gozado de gran altavoz mediático, de encuentro para la reflexión y la inquietud, en ocasiones desde un vehículo emocional y/o racional, un sitio para obtener más que respuestas, nuevos interrogantes para no pasar de puntillas o con inercia por la vida sino obtener en consecuencia una conciencia del mundo en el que vivimos, las estructuras socioeconómicas que lo sostienen y repensar  nuestros comportamientos y actitudes colectivas e individuales. La poesía crítica es necesaria no solo para enjuiciar los males de nuestra sociedad y señalar a los responsables, sino para trabajar, desde el poder que otorga la metáfora, en imaginar un nuevo mundo, otras formas de organizarnos más amables entre nosotros y con el planeta. Para ello, la crítica del poema no debe -en mi opinión- quedarse en el quejido legítimo sino en evidenciar poéticamente las causas estructurales que explican los dolores de nuestra cotidianidad con la mirada siempre en otros futuros posibles. Los poetas a los que admiro tienen esa capacidad para fotografiar el paisaje diario y revelar detalles desapercibidos en esta sociedad en la que deambulamos con prisa. Creo que la poesía crítica posee limitaciones materiales para cambiar el entorno -un poema no para un deshaucio, los desahucios lo paran las personas- pero posee potencialidades simbólicas para inducir nuevas miradas que impulsen acciones transformadoras. Además, en un momento de auge conservador marcado por un peligroso revisionismo histórico, entre otras cuestiones más graves, la poesía ha sido siempre y será un lugar para la memoria, la reparación y la defensa del más débil. 

Algunos autores como Jorge Riechman defienden posturas prudentes con respecto a  la instrumentalización de la poesía. Yo entiendo los peligros que esto conlleva pero también las limitaciones de que los poetas no estén actualmente organizados para unir una inteligencia colectiva que haga del poema un artefacto eficiente y me atrevería a decir con cuidado útil o material (aunque no necesariamente productivo). Creo que el poeta crítico convive entre la disonancia de querer transformar desde la poesía y no haber encontrado vías organizativas para ello, posicionando al poema como un espectador que trabaja el plano simbólico junto a los movimientos sociales pero no dentro de los movimientos sociales o al menos no de forma colectiva. Superar esa disyuntiva quizás puede ser un reto para nuestra generación.

Lectura recomendada: «Poesía de barrio». Voces nuevas. Eirene Editorial.

La esencia tiene alas (Cristina M.ª Menéndez Maldonado).

La vida a pie y sin instrucciones. Cristina Mª Menéndez Maldonado. Propiedad Intelectual. SafeCreative 22/02/2024 2402226982784.


Me ha venido a la cabeza, así sin premeditación ni alevosía, que la vida, con sus luces y sombras es el único producto sin etiqueta, ni instrucciones. Y digo «producto», esta vez, sí, con «toda intención», porque pienso, que antes de venir, hemos elegido un viaje, de más o menos diferentes niveles de dificultad, con mochilas de tiempos pasados, linajes, etc., con el fin de experimentar en una escuela, que a veces parece una cárcel y otras, un bucólico paisaje que nos hace moquear de emoción.
Con este panorama, y tras cruzar el umbral, la puerta que nuestras madres abren de par en par, nos da por berrear, colorados de indignación ¿cómo no hacerlo, imaginando la que se nos viene encima?
Torpemente aprendemos a caminar, para descubrir que en la vida no existen atajos…Y si no aprendemos a la primera, la historia se vuelve a repetir, como un remake de película y con cada vez más efectos especiales, por si eres sordo y ciego a las señales. ¡Ojo que a este paso, si no te enteras, haces puenting, aunque le tengas miedo a las alturas!
Y aquí estamos, haciendo la vida a pie, paso a paso, sin saltarnos ninguna curva. Como decía mi padre: «Más vale morir que perder la vida» y ahora, que recuerdo cada palabra suya como un mantra en mi vida, vuelvo a sentirme orgullosa de su manera de afrontar esta vida sin instrucciones, especialmente en sus momentos finales, habiendo superado una pandemia, con toques de queda, aislados de las personas amadas, y decidido a caminar todas las mañanas por los pasillos, una hora diaria para no perder fuerza y músculo, para sostener la vida a toda costa con la ilusión de volver a ver a sus hijas, a sus amigos y saludar a desconocidos por esa calle que estuvo tanto tiempo sin transitar.
Otros no pudieron hacerlo, se marcharon antes, pues sus años de sacrificios, fueron boleto ganador para un triaje del que ahora nadie quiere rendir cuentas. Aquellos anónimos ancianos, se quedaron atrapados en una fría pesadilla sin abrazos, sin caricias, sin palabras de aliento, confundidos y alterados por una memoria que ya no comprendía el mundo, o mejor dicho, «este mundo» al revés, donde la vida de unos vale más que la de otros.
En este tiempo convulso, estos senderos tantas veces torcidos e intrincados nos dicen a voces que hasta vivir es un lujo que no todos pueden permitirse, pero que debería de ser, «de verdad» un derecho fundamental para todos y no papel mojado. Puede sonar muy idealista, especialmente cuando no cesan las guerras que arrasan poblaciones enteras, con pérdidas humanas por millones, pero desde estas líneas quiero honrar cada persona que se marcha de este complicado mundo, pues cada ser humano en este planeta nuestro, ha dejado la huella de sus pasos, como mejor ha sabido, seguramente con muchos errores, como todos nosotros, presos de prejuicios, creencias, dogmas, aunque la verdad desnuda, la única verdad que nos debería importar, aquella que tendríamos que defender a toda costa, no tiene escaparates. La esencia que mueve nuestros pasos en esta vida aparentemente sin instrucciones, tiene sus propios mapas, es imborrable, eterna, se esconde en el bolsillo secreto de nuestra alma y además… tiene alas.

Lecturas recomendadas: «Palabras de lluvia», «El vendedor de abanicos». Narrativa ficción. Eirene Editorial.

Juan Latino. El esclavo catedrático (Eduardo Soler Fiérrez).

La Granada del siglo XVI acoge a este personaje singular de la historia de la esclavitud, Juan Latino. Procedente de África, fue esclavo del III duque de Sessa, nieto del Gran Capitán, y llegó a destacar en los estudios de tal manera que se convirtió en un gran latinista, catedrático de Gramática y uno de los escritores más reconocidos del Renacimiento español y europeo.

Su dedicación a la enseñanza y el acierto de sus métodos didácticos le hicieron ser muy querido y admirado por sus discípulos, muchos de los cuales sobresalieron después en el campo de las humanidades.

Lectura recomendada: «Juan Latino. El esclavo catedrático». Narrativa no ficción. Eirene Editorial.

Nacida en los 40 (Paz Verret).

Últimamente, y debido a la tragedia vivida en la primavera de 2020 como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, se habla mucho de los mayores, de la generación nacida en los años 40.
Muchos de estos mayores estaban viviendo el último tramo de su vida en diferentes residencias españolas. Muchas y muchos fallecieron en soledad ante la impotencia y el dolor de sus familias que no pudieron acompañar ni despedirse de sus madres o padres, abuelas o abuelos.
«Sin embargo, gracias a ellas y a ellos, a su gran trabajo, su perseverancia, su fe y su gran amor hemos llegado nosotros a ser lo que somos ahora. Tenemos que agradecérselo siempre, a todas horas, sin escatimar en nada, dándoles todo nuestro amor y toda nuestra atención el tiempo que les quede de vida», reflexionaba con nosotras Paz Verret cuando estábamos preparando esta edición.
Reflexión que suscribimos totalmente.
Y a ti, Paz Verret, te agradecemos de todo corazón que hayas querido compartir con Eirene Editorial el testimonio de tu vida.
Estamos seguras de que las lectoras y los lectores de Nacida en los 40 van a disfrutar y emocionarse, y recordar o descubrir como ha sido la vida de esta generación que nació en la postguerra.
Una vida que Paz Verret recoge en estas memorias con gran ternura, mucho humor e infinito amor.

Lectura recomendada: «Nacida en los 40». Narrativa no ficción. Eirene Editorial.

No dejes de soñar (Cristina M.ª Menéndez Maldonado).

Amizade (1). Cristina M.ª Menéndez Maldonado. Propiedad Intelectual nº: 2312016266898 Safe Creative.

La nieve envolvió casi por entero su casa de piedra. La helada había cubierto las ventanas con su capa de caramelo traslúcido, desdibujando el bosque.
Al abrir la puerta, una sonrisa de felicidad se extendió por el rostro de la anciana Uxía. La primera nevada del año se había retrasado, pero ahí estaba, una vez más, abrazando el paisaje.
A pesar del dolor de huesos y del frío… No podía fallar… Un año más, tenía que intentarlo.
«¡Loca! ¿Es que piensas salir hoy? Si estás medio coja, ¡Loca más que Loca!», escuchó gritar al diablillo de su conciencia, pero la voz de su corazón inquieto y rebelde, espantó todas sus dudas.
En el cobertizo, junto a un sinfín de cajas y objetos, rescató su viejo trineo. Cuidadosamente lo limpió con un trapo, humedeciéndolo con aceite y mimos. La madera se estiró agradecida, desperezándose. Sobre la nieve, lucía imponente, como cuando su padre lo talló, muchos años atrás. Uxía, por aquel entonces, era una niña de apenas diez años.
Con un pincel pequeño repasó la frase azulada que su padre había escrito en uno de los listones, ahora imprecisa por el paso del tiempo. «No dejes de soñar«, decía, y en su memoria recordó el rostro ilusionado de su progenitor, en aquella Navidad de 1942. Aquel trineo fue el mejor regalo de toda su vida.
Poco antes del anochecer, colocó su ropa cerca de la chimenea para calentarla, y antes de ponérsela llamó a Néboa, su «san bernardo», que oliendo lo que tramaba su dueña, se había escondido. La viejita no paró hasta encontrarlo… Néboa estaba agazapado bajo la cama, pero se rindió a cambio de un plato de su comida favorita.
Poco antes del anochecer, Uxía a ya estaba preparada. Se había puesto su ropa, ahumada y caliente por el fuego, gafas y zapatillas de nieve. Se acomodó en el trineo cubierto de pequeñas lucecitas que abrazaban las maderas. Néboa bostezaba atado frente a los esquís.
—¡Veña Néboa, imos facelo una vez máis! —gritó Uxía y el can se desperezó de golpe, tirando fuertemente de las cuerdas. El trineo comenzó a deslizarse junto a la ribera; su imagen de brillantes luces se reflejaba en el lago congelado, como estela fugaz.

Tres aldeas más allá, Lupe, una viejita casi ciega, recosía con mucho esfuerzo unos calcetines. El tronco, que acababa de arrojar a la lumbre, protestó con un chasquido, y comenzó a tararear una canción de su infancia…

Xoaniña, voa, voa / que che hei dar pan de broa. / / Xoaniña, voa, voa / vai e tráeme algunha nova (2).

Y sacó del mandil un pellizquito de pan para deshacerlo en la boca, mientras sonreía al pasado, prendida de remembranzas….
Las carreras en el patio del colegio, con el aliento entrecortado por la risa; los lápices de colores, que cuidó como un tesoro, para que duraran para siempre, y que el tiempo perdió entre olvidos; la falda nueva de su primer baile, que no pudo disfrutar por el incordio de las horquillas de su peinado; el beso del monaguillo, ebrio con el vino dominical; y ese globo terráqueo de doña Ángela, la profesora, en el que sus ojos daban la vuelta al mundo en un instante, más rápido que Willie Fogg, y que recrearon después, sobre el trineo de Uxía, con el viento en el rostro, imaginando lugares exóticos sin salir de la aldea.
¡Cuánto echaba de menos aquellos días llenos de sueños y esperanzas! Y más aún a su amiga Uxía, a la que apenas veía una o dos veces al año.
Lupe vio por la ventana un destello, un rastro familiar y se asomó. Enseguida supo que era su loca amiga Uxía con el trineo una vez más.
—¿Estás louca Uxía? Non podía imaxinar que o farías de novo.
—Veño por ti, tontina. Pasaremos o Nadal na miña casa. Coma cando eramos nenas, ¿lembras? (3)
—Xa somos dúas vellas, Uxía. —dijo la anciana, sin dejar de sonreír.
—«Non deixes de soñar». Iso dixo meu pai.
—Estou case cego, Uxía. ¿Onde vou ir?
—Para soñar só tes que pechar os ollos… (4).
El camino de vuelta a la casa de Uxía, algo más lento por la cuesta arriba, dejó exhausto a Néboa que gruñó por lo bajo todo el camino.
—Non rosmes Néboa, que cheguemos o teu prato favorito, meu amigo. E para ti, Lupe, unha cunca de chocolate quente… Así que os soños serán máis doces (5).

Traducción del gallego:

1. Amistad.

2. Mariquita, vuela, vuela / que te daré pan de mijo. // Mariquita, vuela, vuela, / Ve y tráeme alguna noticia.

3. ¿Estás loca, Uxía? No me podía imaginar que volverías a hacerlo.
Vengo por ti, tontina. Pasaremos la Navidad en mi casa, como cuando éramos niñas, ¿te acuerdas?

4. Ya somos dos viejas, Uxía.
«No dejes de soñar». Eso dijo mi padre.
Estoy casi ciega. ¿Dónde voy a ir?
Para soñar solo hace falta cerrar los ojos…

5. No protestes Néboa, que cuando lleguemos te daré tu plato favorito, amigo mío. Y para ti, Lupe, una taza de chocolate caliente… Así es como los sueños serán más dulces.

Lecturas recomendadas: «Palabras de lluvia», «El vendedor de abanicos». Narrativa ficción. Eirene Editorial.


Palabras de lluvia (Cristína M.ª Menéndez Maldonado).

La historia de Teodosia Davila Maceda, una mujer indígena que nació en la selva peruana de Ucayali a finales del siglo XIX. Su historia comienza con la angustia de dejar la patria con rumbo a Asturias, entretejida con los recuerdos de su infancia en el Monasterio de Santa Catalina de Arequipa; su primer amor, Saulo, que está convencido de que las palabras respiran; y las enseñanzas de su abuela Tamia, restauradora de la conexión con los espíritus de las montañas (Apus), el mar (Mamaqocha) y la tierra (Pachamama).

«Palabras de lluvia es también una lluvia de palabras cordiales, hermosas, descriptivas, evocadoras, exóticas, algunas de las cuales se recogen en forma de glosario. Palabras ágiles, finas, cordiales que, en conjunto, acreditan a la autora como una gran escritora, con arrebatadora capacidad para conquistar al lector, de principio a fin.» Valentín Martínez-Otero Pérez, Presidente del Centro Asturiano de Madrid en el Prólogo a la 2ª edición.

«Desde Survival, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, queremos celebrar esta segunda edición de Palabras de lluvia. Con ella no es solo la historia de Teo la que puede pervivir en el tiempo: es la voz de todas las mujeres indígenas la que resuena en cada una de sus páginas, y que seguro encontrará eco en el corazón de aquellas personas que aún hoy ansían la libertad.» Diana de Horna, Presidenta de Survival International (España) en el Prólogo a la 2ª edición.

Lecturas recomendadas: «Palabras de lluvia», «El vendedor de abanicos». Narrativa Ficción. Eirene Editorial.

Una piedrecita blanca (Mario Satz).

«Impulsado por el díscolo viento del Espíritu, un hombre llega a la isla de Patmos hacia fines del primer siglo de nuestra era para escribir el libro más tremendo y críptico de Occidente, el Apocalipsis. Una época de tribulación en la que el emperador Domiciano ha expulsado de Roma a los fieles de Jesús, a matemáticos y astrólogos por igual, refugiados en la isla…»

«…y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe» (Apocalipsis 2:17).

Una fascinante novela de Mario Satz que cuenta, desde el alma de lo sencillo, las revelaciones de lo sutil, la serena verdad de lo invisible, en una época de persecución de sabios, filósofos y seguidores de otras religiones, entre ellas los primeros cristianos, que buscaron refugio en la isla de Patmos a principios de nuestra era.

Lola Josa, profesora de Literatura de la Universidad Central de Barcelona, escribe de Mario Satz: «Está la moda y está el cielo, y entre los dos, nada. Lo que hace la lectura de la vida difícil es que hay modas de todo, incluso del cielo. Pero todos los que estamos hoy aquí sabemos que los libros de Mario Satz son del cielo, porque leerlo es experimentar un cambio en el espíritu».

Lecturas recomendadas: «Una piedrecita blanca», «Lavandula». Narrativa Ficción. Eirene Editorial.

Una época apocalíptica, pero también genésica (Mario Satz).

Todo creyente auténtico es fundamentalista, pero puede ser pacífico. Mario Satz.

Entrevista de Esther Peñas para Solidaridad Digital. El Diario de la Discapacidad (07-02-2022).

Dice el Apocalipsis: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe». A partir de este sugerente y enigmático mensaje, el escritor Mario Satz (Buenos Aires, 1944) imagina cómo pudo ser «el discípulo amado», cómo se organizaban y quiénes eran los primeros cristianos, la belleza de las enseñanzas, los recelos, los temores, la inocencia primera. El resultado, Una piedrecita banca (Eirene Editorial).

Juan, ¿es el más fascinantes de los apóstoles?

No creo que Juan sea el más fascinante de los apóstoles. Sin duda alguna es Pablo, con sus cosas buenas y malas. Pero el hecho de que en el Apocalipsis empiece nombrándose es de una gran modernidad o, cuanto menos, actualidad, me parece.

Es un judío extraño, Juan, que habla griego, ¿está más próximo a la cultura helenística que hebrea?

Está, como puede verse en el libro, a caballo entre el hebreo -lengua cultural-, el arameo -lengua coloquial de entonces-, y por supuesto el griego. El cristianismo es indivisible del helenismo.

¿Qué cosa oculta nos revelará el nombre escrito en la piedrecita blanca que recibiremos cada cual, de la que habla el Apocalipsis?

La piedrecita aparece mencionada en el Apocalipsis, yo no la inventé. Inventé, eso sí, su historia, su punto de vista para hablar de su época. En cuanto al nombre, ¡es el de cada uno de nosotros, pues ella es una suerte de espejo e imán al mismo tiempo! Todo está explicado en las notas finales, que considero no sólo muy bellas sino también pertinentes.

La piedrecita blanca, que nos narra la historia, ¿es una, individual e intransferible, o la compartirán los elegidos, irá de mano en mano, como en su novela (que la sostiene desde el escriba Ajitob a Juan el Zebedeo?)

Irá de mano en mano, se perderá y se volverá a encontrar. Los pitagóricos tenían una suerte de talismán para entrar a las dependencias de sus escuelas. Es una credencial con una memoria de superdotada.
Siento una gran ternura por mi piedrecita: intenta ser objetiva y no siempre lo consigue. Diría que es un libro muy humano sobre un texto casi fatídico de la cultura occidental, entre exaltado y bilioso. Fue empleado como instrumento de tortura o de condena, un cedazo mortal. Un libro para inquisidores

Por cierto, que uno de los asuntos es el tráfico de antigüedades, de objetos religiosos. ¿Cuánto de filosofal tiene esa piedrecita blanca, está emparentada con la senda cabalística?

No hay mucha Kábala, la verdad, pero sí mucha filología griega y hebrea. Viajes hacia el significado de las palabras. En cuanto al tráfico de antigüedades, ya existía en Egipto, y por supuesto en la Magna Grecia o sur de Italia, que los romanos saquearon buscando objetos griegos. Sobre todo, cráteras. Vasos pintados.

¿Cuándo uno se convierte en fundamentalista?

Todo creyente auténtico es fundamentalista, pero puede ser pacífico, como los budistas y los primeros cristianos, o agresivo como los islamistas actuales. Fundamentalista se ha convertido en una mala palabra, pero recuerda que a los Evangelios no le gustan los tibios.

¿Qué supuso la isla de Patmos para los primeros cristianos, que fueron en origen judíos?

Patmos fue uno de los tantos paraderos provisorios. Se movían mucho y se comunicaban entre sí con silencios significativos y palabras clave, aquellos heroicos cristianos. Sabemos eso por los topónimos que figuran ya en el comiendo del libro.

Los personajes de Patmos, de alguna manera refugiados o exiliados, trazan una red de afectos muy interesante. El amor, ¿todo lo puede?

Claro que sí, el amor todo lo puede. Ayer, hoy, y siempre, es la única argamasa que genera una y otra vez ilusiones. En cuanto a la amistad, la fraternidad, hubo épocas mejores que la nuestra para ella, tan autista y digital.

Hay mucho amor hacia la figura del maestro (Pitgamei Yeshu, pero el propio Cristo, claro). ¿Cómo se les reconoce, a los maestros?

Los Pitgamei (proverbios) Yeshu son la médula espinal del libro. Y, como las frases del Evangelio de Tomás, que no es canónico pero sí hermoso y perturbador, contiene frases fosforescentes para pensar muchas veces. En cuanto a mi amor por Jesús, no es mayor que el que siento por el Buda, Pitágoras, Sócrates o Lao Tsé. Pero, y si el cristianismo ha de sobrevivir, habría que releerlo de arriba abajo sin prejuicios ni deseos de barrer siempre para casa.
Dos frases que no son mías sobre los maestros: «Maestro es uno que empezó antes que tú». «Maestro es aquel a quienes los demás llaman maestro».
No se reconocen fácilmente los maestros, Confucio murió como maestro y a los ciento cincuenta años de su fallecimiento se erigió el primer templo confuciano. Y no se reconocen, en muchos casos, hasta décadas después de su magisterio. Muchísimos han pasado desapercibidos incluso para los más cercanos.

¿Cuánto de apocalíptico tiene la época de hoy en día?

Sin duda, estamos en una época apocalíptica, pero también genésica: tienes el virus y tienes la vacuna, la condena y la absolución, la desgracia y la gracia muy cerca la una de la otra.

Si allí reside lo más hermoso, ¿cómo ir «a lo más profundo»?

Lo más profundo es siempre aquí y ahora. Casi mil doscientos años después de Jesús, san Francisco se vuela la cabeza leyendo el Evangelio. Eso es ir a lo profundo, así pasen miles de años de la creación -y el ocultamiento- de un tesoro.

Lecturas recomendadas: «Una piedrecita blanca», «Lavandula». Narrativa Ficción. Eirene Editorial.

El camino, un punto y seguido (Sol Torres).

Principio sin fin. Sol Torres.

El camino, bajo mi prisma, debe ser un punto y seguido. Aunque no haya billete de regreso. Pues jamás se retorna de lugar alguno siendo la misma persona.
Imagínate acomodada en el asiento de un tren, observando un estrambótico paisaje sombrío. Sin equipaje, sin sentido, sin destino…
¿Te has sentido alguna vez así?
Os confieso que el día que desperté a la realidad me llevé un buen sopado de desánimo. Por suerte, rápidamente me di cuenta de la oportunidad que supone volver a recrearlo todo mediante nuevas experiencias.
Si vas acumulando maleza junto al desagüe entorpeces el paso fluido de la vida.
Hay quienes deciden no saber, no querer, no actuar…

Date cuenta, a través de quienes te rodean, de lo que tú precisas comprender.
«Sé osado y fuerzas poderosas te guiarán».
Aunque te sientas como un verso libre, ¡haz por encajar en un poema!Sólo así cobrará sentido tu historia.
Si vives el instante, dejándote cautivar por él, descubrirás la magia del presente. Si persigues tus sueños sin desfallecer obtendrás un futuro a medida. Si, además, dejas de añorar lo que no pudo ser resolverás los apegos del pasado.
La definición de libertad es sencilla, pero nosotros lo complicamos todo.

Cada día representa una nueva oportunidad para observar al mundo con sus nuevos desafíos.
Recuerda: «cuánto más complicado es el juego, más combinaciones son posibles».

Lectura recomendada: «Viaje sin retorno. Filosovida». Voces Nuevas. Eirene Editorial.